martes, 10 de enero de 2012

ÚRSIDA



                                        Marisol Puche Salas


                          PRIMER PREMIO Y CUENTO GANADOR
                                                       DEL
                            IV CERTAMEN CUENTOS NAVIDEÑOS
                                     “Asociación Cultural Tabasal”
                                                      2011

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                                                                    Dedicado a Raquel por el cariñoso
                                                     empujón que me dio.




Ilustración: Trabajo patchwork de Angustias
Rev. R.M.                                                                                                                                                                            
                                                                                                               


 CUENTO DE NAVIDAD  
     
                                                         ÚRSIDA  




      Dicen que si crees en los sueños, éstos se pueden hacer realidad.
   Si persigues un sueño con ilusión y esperanza ya estás consiguiendo ser feliz en el intento.
   ¿Quién no sueña con ser feliz?


      Esta es la historia de una piedrecita muy  pequeña que deambulaba felizmente por su hábitat junto con otras piedras. Las había más grandes, más pequeñas. Vamos, de todos los tamaños.
   Se sentía muy a gusto jugueteando con sus amigas. Pero ¿A qué pueden jugar unas piedras? Puestos a imaginar: a hacer caminitos, a reunirse en grupo para ver quien es capaz de formar el montón más alto. Una cosa muy divertida era jugar a las tres en raya.
   Hay otra cosa para la que les pedían su colaboración, pero no era divertido. Era para ser lanzadas. Había que ser muy tonta para prestarse a semejante juego, pues a saber a dónde te iban a mandar y a dónde ibas a caer. Aunque siempre había alguna que se atrevía y en más de una ocasión aterrizaba sobre la cabeza de algún chiquillo propinándole un abultado chichón.
   Una vez, a una amiga suya la lanzaron contra una farola. ¡Qué susto se llevó! Llegar a esa velocidad hacia un destello luminoso y armar semejante estruendo. Y menudo susto el que se llevó una pobre polilla que revoloteaba por allí.
   Por cierto, nuestra amiga se llama Úrsida y hay que decir que era una  piedrecita soñadora, sensible, romántica y por lo tanto solía huir de los ambientes donde se practicaban semejantes atropellos. Siempre se implicaba en actividades creativas. Una de las cosas que más le gustaba era que la decorasen.
   ¿Hay algo más bonito y decorativo que una piedra en la que se haya plasmado algún dibujo con bellos colores? Esto le encantaba. Así es que cuando tenía ocasión de participar en alguna exposición de algún pintor, pues allí que se emplumaba. Y la verdad es que triunfaba. Tenía una gracia natural que hacía que con cualquier garabato que pintasen sobre ella, luciese con luz propia. Más adelante comprenderéis  lo de la luz propia.
   En otra ocasión le propusieron formar parte de un mural que se estaba montando para adornar un parque muy importante. Todos decían que aquello era una oportunidad única, pues era un evento en el que estaban implicados representantes políticos y altas personalidades. Se podía considerar privilegiada una piedra, por pertenecer a un mural que iba a perdurar a lo largo de los años en un sitio muy visitado.
   Ahí estaba el problema. Había que sentar la cabeza, porque el formar parte de semejante empresa la obligaba a permanecer allí para el resto de su existencia. Aquello no le resultaba del todo atractivo a nuestra amiga Úrsida.
   Ella  tenía otra idea de lo que quería que fuese su vida. Era soñadora y a veces sus amigas bromeaban con ella. Decían que tenía delirios de grandeza. Y la verdad es que ella aspiraba a que en su vida pasaran cosas más excitantes, divertidas, importantes. Su cabeza parecía estar llena de “pajarillos”. ¿Las piedras tienen cabeza? Úrsida, sí: Cabeza, corazón… Es una piedra muy especial, pero nada vanidosa.
   En una ocasión le presentaron a otra piedra que presumía de que era especial y diferente a todas las demás. Y la verdad es que era muy hermosa. O mejor dicho, hermoso. Era Diamante.
   Cuando Úrsida lo vio, quedó encandilada por su belleza. Brillaba con unos destellos que turbaron su corazoncito. Pero pronto se dio cuenta de que era muy distinto a ella pues con toda su transparencia se podía apreciar al instante la ausencia de corazón. Y al lado de la sensibilidad de ella, resaltaba la dureza de sus aristas y lo cortante que podía llegar a ser. Era una belleza superficial.
   La belleza de Úrsida no se veía al instante pero poco a poco se intuía. Era una belleza auténtica.
 
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      Ya estaba bien entrado el otoño pero el verano se había alargado y había hecho mucho calor hasta hacía pocos días. Casi estaban a las puertas del invierno y la temperatura no bajaba. Menos mal que llegaron las lluvias. ¡Que chaparrón más estupendo les estaba cayendo encima! Estaban un buen grupo de amigas reunidas y aquel agua les estaba sirviendo de ducha para quedar relucientes pues estaban a punto de asistir a un casting. Sí,  sí, a un casting en toda regla.
   Era la época propicia porque estando próxima la Navidad, todos los años había cierto movimiento laboral, y había mucha demanda de empleo por el asunto de los belenes. Siempre se necesitaban piedras, musgo, pino, piñas, etc.
   Esto ponía en pie a todo aquel que tuviese interés en tener un papel en aquellas representaciones tan entrañables.
   Había que estar en el sitio oportuno para ser elegida. ¡Vaya suerte! En un momento se vieron transportadas un grupo de piedras, entre ellas Úrsida, en una caja y todo ello apuntaba a que habían sido elegidas para formar parte de un belén. ¡Qué emoción! ¿Será uno de esos que tienen río, prados, montañas?  También podría ser uno de esos reducidos que únicamente tienen el pesebre. Sea como fuere, se sentía muy feliz de poder formar parte de una obra tan hermosa.
   Cuando las sacaron de la caja no podían creerse donde estaban. Era un escenario inmenso.
   Úrsida estaba fascinada viendo cómo se iba montando el paisaje. No sabía donde la iban a colocar pero era divertido ver cómo formaban las montañas, los caminos, el río. Por fin, un día le llegó el turno. A sus amigas las colocaron en el río y a ella que estaba un poco más crecidita la pusieron al lado de la cueva donde estaba Jesús recién nacido. Estaba entusiasmada pues aquel era un papel bastante protagonista. Según había oído era “la piedra redonda donde puso Dios el pie para subir a la Gloria”. ¡Qué emocionante!.
   Cada vez que llegaba algún niño y cantaba ese villancico, se sentía tan orgullosa que no cabía en sí de gozo.
   Así fueron transcurriendo los días. Todas las mañanas había algún cambio: un pastor que se acercaba a entregar algún presente, una mujer que tendía los pañales en el romero, la burra que se acercaba hacia el portal “rín rín  yo me remendaba, yo me remendé, yo me hice un remiendo, yo me lo quité”. ¿Y los peces en el río?  “Beben y beben y vuelven a beber”. Había un movimiento importante y así transcurrían los días de la Navidad.
   Ya había pasado la Nochebuena y estaba a punto de terminar el año y todo lo estaba viviendo desde la primera fila pues estaba en un lugar privilegiado.
   Un día después de Año Nuevo se empezó a notar cierto revuelo. Los pastores que volvían de pastorear a sus rebaños comentaban que había ciertos rumores que hablaban de tres personajes que viajaban desde Oriente con destino a Belén. Parece ser que eran Reyes y portaban presentes para agasajar al Niño recién nacido, pues reconocían que era el Mesías que estaba destinado a salvar al mundo. ¡Aquello sí que era emocionante!
   No obstante, crecía la preocupación. Hacía ya varias jornadas que se les había visto por lugares que podían estar cercanos pero no aparecían.
   ¿Tenían realmente la misión de llegar hasta el portal? ¿O se dirigían hacia otro lugar? Era posible que sólo hubiesen sido rumores y que era otro el destino de aquellos viajeros.




                                     :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::


      Una tarde, corría una brisa muy fría y la gente se retiraba pronto a sus casas a cobijarse al amor del hogar. En la cueva también echaron leña al fuego para que no faltase el calor y la mula y el buey se acercaban al pequeño para arroparle con su aliento.
   Todo invitaba al recogimiento.
   Cuando los candiles llegaron a difuminarse en la noche y las pavesas dejaron de chisporrotear se cubrió todo el pesebre de un silencio inquietante y Úrsida tuvo una sensación extraña. Oía  un sonido difícil de reconocer. Se estaba asustando pero no le dio tiempo a pensar en ello porque de momento se vio envuelta en una extraña bruma; y en medio de un resplandor extraño,  apareció una criatura.
   Tenía una belleza candorosa. Le resultaba familiar pero no acertaba a reconocer quién era. El susto se lo impedía.
   De momento empezó a hablar. Sus palabras estaban dejando atónita a Úrsida. Le estaba pidiendo que le acompañase a hacer un viaje sideral.
-¡Madre mía! – pensó – ¡Es cierto que existen los extraterrestres! -. No sólo lo pensó sino que lo dijo en voz alta.
   La figura que tenía ante sí, de momento soltó una gran carcajada y a continuación le espetó: ¿Es que estás dormida y no me reconoces?  Mírame bien, soy el ángel de la cueva, lo que pasa es que me he puesto el traje de hacer misiones especiales. La pobre piedra ya no sabía si tranquilizarse o preocuparse todavía más.
   El Ángel se sentó a su lado y con la más dulce forma de hablar le explicó a Úrsida cuál era la misión para la que había sido elegida: debía  viajar con él hacia el espacio y atravesar la atmósfera para volver hacia la tierra a toda velocidad y producir semejante desgaste de su masa corporal que originase el mayor destello que nadie pudiese imaginar. Se convertiría en una gran Estrella Fugaz que serviría para que los Reyes que venían a adorar al Niño Jesús pudiesen guiarse y llegar hasta el portal.
   Úrsida había estado oyendo aquella petición sin apenas respirar. No era capaz de reaccionar. Toda su vida había estado pensando en que tenía que hacer algo especial pero nunca  hubiera imaginado semejante misión.
   Cuando el Ángel la tomó en sus manos se sintió la piedra más feliz del mundo y se dejó llevar. Se elevaron por encima de los montes, de las nubes
y viajaron, viajaron atravesando el espacio hasta que fueron recibidas por un coro de ángeles que, con sus dulces cánticos la surtieron de Bondad, de Ilusión, de Paz  y de Amor. Y todo ese equipaje lo cubrieron con un gran envoltorio de plata.
   Con semejantes galas emprendió el viaje de regreso. Respiró profundamente para cargarse de toda la energía que necesitaba e inició una carrera que pronto se convirtió en un vuelo tan rápido, tan rápido en el que vio pasar por su mente, a toda velocidad, lo que había sido su vida y entonces comprendió por qué había tomado algunas decisiones que habían servido para llegar a encontrarse en aquella situación.
   Todo su cuerpo se convirtió en un cúmulo de felicidad. Cuando atravesó la atmósfera, ese roce natural la despojó de sus vestiduras. El envoltorio de plata estalló en minúsculas chispas que proporcionaron un resplandor que dejó una estela inmensa en el cielo, llamando la atención de aquellos Reyes Magos que intuyeron enseguida que aquella era la señal que estaban esperando. Todo el equipaje que transportaba se convirtió en microscópicas partículas de Paz, Ilusión, Bondad y Amor, que fueron esparcidas para proporcionar esas cualidades a los hombres de buena voluntad. Y Úrsida se convirtió en un montón de piedrecitas que se esparcieron por la tierra. Todas ellas eran pequeñas Úrsidas llenas de ilusión, de inquietud y de sueños como su progenitora.
   Los tres Reyes Magos llegaron al portal para entregar al Niño el oro, el incienso y la mirra que habían traído desde el lejano Oriente.


                                  Una minúscula piedra
                                hizo realidad un sueño.


                                  Cuando deseemos algo
                                 hay que saber distinguir:
                                 primero, ver si es factible
                                 y si resulta que sí,
                                 hay que luchar con empeño,
                                 que se puede conseguir.
                               


                                         ::::::: F I N :::::::
                                                                         
                                                                                  

4 comentarios:

  1. Precioso, Marisol.
    Me ha encantado.

    Enhorabuena por el premio, lo merece.

    Un beso

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  2. Gracias Idella. Un beso y hasta pronto

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  3. La espera para poder leerlo ha merecido la pena.
    Precioso.
    Ya lo creo que merece el premio.
    Un besazo guapa.

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