Ya amaina la tormenta de un recuerdo,
ya retornan las aguas a su cauce,
ya la paz y el sosiego, tras el trance,
reposan del vertiginoso vuelo.
Ya la luz que amanece es más radiante,
tiene un brillo más real y más certero,
no se empaña, anteponiéndose primero,
tu imagen, sin tregua e implacable.
En el día, ya respiro la calma,
en la noche no prevalece el eco
ni el murmullo que arropa unas palabras.
Dejemos que llegue a curar el tiempo
aquello que los sueños acunaban
que, sin ser de ti y de mí, fue siempre nuestro.
Marisol, 17-3-13
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