lunes, 27 de abril de 2015

LA VID



La aventura imponente y misteriosa
nos la ofrece la cepa prodigiosa.

A través de sarmientos retorcidos
fluyen  jugos gozosos,  bien nacidos.
Sus flamantes racimos adheridos
agradecen sustentos recibidos.

La lluvia con el sol, en gran medida,
les brindan el regalo de la vida.

Por fin, la mano humana y hacendosa
recoge, en madurez, frutos crecidos,
loando la vendimia conseguida.

Y sigue su proceso y su camino
buscando conseguir otro destino.

Nos ofrecen su don en pleitesía,
aledo, moscatel o malvasía,
el aroma, explosión de fantasía,
regala su toque de poesía.

Tocadas con los pies, sucoso lecho
o técnicas actuales por derecho.

Al catar el enólogo tal vino,
con tacto, reverencia y cortesía,
brindará al viñador en candelecho.

                                       Marisol Puche Salas

                          
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