sábado, 29 de agosto de 2015

BAILANDO




                                    Una mano, rodeando la cintura,
tantea el movimiento cimbreante
que responde al balanceo de una notas
que alborotan los sentidos.

La otra mano se entrelaza en titubeo,
queriéndose enredar entre otros dedos
que responden candorosos, sin palabras,
al pálpito que adivinan.

Otra mano, suavemente, deposita
la intención, la voluntad de ese deseo
recorriendo los aledaños del cuello,
que se eriza de augurar tan solo un roce.

Al tiempo y al compás, en zarandeo,
los pies se hacen cómplices del viento,
suave cadencia en movimiento,
que guía a esos dos cuerpos embriagados
por dulces melodías convertidas
en puro sentimiento.

 Un deseo impera solamente:
que no pare la música,
que no se acabe el baile
que al son de un movimiento
lento y suave,
puede llegar a convertirse
en un volcán:
danza del fuego.
                               Marisol, 29-8-15

3 comentarios:

  1. Todo un sugerente compás, embriagado de armonía y sutileza.
    Que nunca cese la música y jamás se acabe el baile
    Un abrazo querida Marisol.


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  2. MARISOL, PRECIOSO Y SENSUAL POEMA. MUY CONSEGUIDO. UN ABRAZO.

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  3. La música siempre suele acariciar los sentidos. Gracias, Pilar. Gracias, Constantino.

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