Para Mario y María en el día de su boda
Una vez, dijo el poeta:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más.
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Y yo, he querido recordar estos versos de D. Antonio Machado, para contaros las historias de dos duendes.
Vamos con el primero, el mío:
Ni la falta de poderes,
ni el ocaso, ni el otoño,
nada puede con el duende
que se instaló entre nosotros.
A veces se hace el dormido
pero, con solo el sonido
de un chasquido de los dedos,
salta con gracia y con brío,
enseguida está dispuesto.
Otras veces lo apartamos
casi sin querer, queriendo
y ves que se va alejando
pero cuando se da cuenta,
de un salto, viene corriendo.
Y es que, apareció un buen día
sin saber cómo y por qué.
Fue aquel en que él me miró,
fue aquel en que le miré.
Desde entonces, con tormentas,
sequías, calor o frío,
se acurruca entre nosotros
y da a nuestro ser sentido.
Pues, eso, que no nos deje.
Como aquel poeta dijo,
que nuestro duende y los dos
andando hagamos camino.
Ahora viene el otro duende:
Es muy amigo del mío
y dice que os acompaña,
que un buen día se encontró
en un cruce de miradas.
Dice que se llama Sera
y yo pensé, Serafín,
pero no, dice que no,
que le viene de Seráfico
porque todo empezó allí.
Y es que ya me lo imagino
dando saltos por el centro,
de una clase hasta otra clase
y después en el recreo.
Dice que un día se vio
con un casco de guerrero
y yo me dije: ¡ya está!,
el galáctico de negro,
ese que dice ser padre,
pero que no es padre nuestro.
Se vio envuelto en la galaxia
de suspiros y de sueños
y no se pudo escapar,
la fuerza lo acompañó
y entre ellos quedó sujeto.
Hoy sé que se encuentra aquí
disfrutando al observar
como se hacen realidad
nuestros mejores deseos.
M&M, felicidades.
Como aquel poeta dijo
que vuestro duende y los dos
caminando hagáis camino.
Marisol, 6-4-13