Lo que podríais contar,
altivos y añejos pinos
de la plaza Castelar.
Le disteis sombra a mi infancia,
engalanasteis eventos,
me acompañasteis de día,
de noche acunasteis sueños.
Arropasteis los encuentros
de tempranos amoríos,
de aquellos primeros besos,
de secretos, de suspiros.
Enmarcasteis esos juegos
de chiquillas y chiquillos
y escuchasteis cuchicheos
de vecinas y vecinos.
Danzasteis con contoneo
en septiembre y sus festejos
con las parejas de baile,
vigilando su paseo.
Otras veces, con la luna
y salpicados de estrellas,
erais testigos flamantes
de conciertos y verbenas.
Año tras año, perennes,
veis tristezas y alegrías,
seguís, atentos, la pauta
de cómo pasa la vida.
Marisol, 1-3-13
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