Tu imagen está tatuada
como aquel beso que quema
lentamente en alborada.
Tu atardecer, mil suspiros,
contemplarte, una embajada,
aire de sonrisa fresca
al despuntar la mañana.
Si me alejo, tú te alejas,
queda huérfana mi calma.
Si no puedo ser el rey
de tu corte, de tu estampa,
tú sí permanecerás
en el trono de mi alma.
Te llevo en el corazón,
mi gran pasión, mi Granada.
Marisol, 8-5-12
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