Ilustración: Benjamín Palencia
Siento un no sé qué especial
cuando siento lo que siento;
a veces es un lamento
y a veces un palpitar.
Otras veces, cuando el sol,
anunciando un nuevo día,
se asoma con sus reflejos
o acuna una despedida,
redime todas mis penas
o me convida a llorar
evocando una tristeza,
celebrando una alegría
o invitándome a soñar.
¿Y cuando el llanto de un niño
proclama una nueva vida?
¿Y cuando brota un suspiro
como pétalos de flor?
Y otras cosas que no digo
atendiendo a ese pudor
que me eriza los sentidos.
También hay mil desvaríos
que tambalean mi paz,
me hacen dudar de mil cosas,
se instala en mi la amargura
y se me tuerce la idea
de seguir y de luchar.
Pero ahí está el combinado,
hay que saber conjugar
todo lo bueno y lo malo
y poder aderezar
el pastel que te ha tocado
para poderlo tragar.
Así es que aquello que venga
que venga y sea bienvenido.
Apartaremos las penas
para poder avanzar
y entonando una sonrisa
patearemos el camino
CASI sin mirar atrás.
Marisol, 6-3-12
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