Después de la plomiza calima,
del estío seco y su resaca,
hoy camino luchando contra el viento,
dispuesta a competir
contra su fuerza y su saña.
Nubarrones que enmarañan mi cabeza
son mis armas.
Me empuja la fuerza
del bloqueo de mi alma.
Pero el viento, brisa fina,
me embelesa
y me envuelve con su magia.
Masajea mis tristes atardeceres
y acaricia los disturbios de mi calma.
Revolica mi cabello
y de mi frente lo aparta,
y con él agita el viento mis quimeras
y me vence, me desgarra.
Doy la vuelta desandando mi paseo,
y a mi lado, envuelto en suave brisa,
se hace cómplice del atardecer,
me persigue y me acompaña.
Marisol, 5-9-15
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