Requiebro que engalana y
coquetea,
sutil y suavemente sonrosado,
el lecho que reposa
adormilado
soñando con la ansiada
primavera.
No duele soportar la dulce
espera
de un sueño tan hermoso y
deseado
que brota suavemente,
delicado,
cubierto de hermosura y de
belleza.
Esa frágil presencia se
estremece
si adivina la candidez del
viento
y el vaivén que la mima y que
la mece.
Mas si el frío se cuela en
sus adentros
destruye la ilusión y la
empobrece,
bella y hermosa flor, la del
almendro.
Marisol, 10-2-14
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