miércoles, 21 de diciembre de 2016

EL MUÑECO DE NIEVE




—Estoy helado —dijo el muñeco de nieve.
—Anda, pues claro —le contestó el viento
con silbido reincidente.

—Me encargo de que así sea. 
Además, feo sería si no lo fuese.
Sabes que si te acaloras
no consigues mantenerte
con el porte y galanura
que pregonas.

Y llevas una bufanda, no te quejes.
—Ya… pero es que yo
—contestó titiritando el pobrecico—
quisiera, si puede ser,
un abrigo, un buen gorro y un jersey.

Ya sé que no puedo estar
junto al calor del hogar,
pero un atuendo adecuado
haría más llevadero
este invierno traicionero.

—Sí, claro —contestó el viento.
¿Dónde se ha visto tapar
ese cuerpo tan rollizo
con un ropaje vulgar?

Con un buen par de botones,
una pipa y un sombrero
luces bien esa hermosura
que deslumbra, que te atrapa
reluciendo tu blancura.

—Pues nada, si así ha de ser,
mostraremos la silueta
hasta que el sol se acomode
y, apiadándose de mí,
consiga ponerme a dieta.

Hasta entonces, sin remedio,
de plantón, con esta guisa,
para salir en la foto
tendré que titiritar
sin olvidar ni un momento
de mostrar mi gran sonrisa.
                                      Marisol, 11-11-16

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