Y un buen día me perdí;
me busqué, no me hallaba.
¿Dónde estaba?
Colgada en una ilusión,
atrapada en un espejismo,
encerrada en una quimera,
pero sin rumbo, contra corriente.
Intentando comprender suspiros, sensaciones.
Repasando en el archivo
y rebuscando para encontrar la esencia
que en su momento era el norte de mi vela.
Brújula alocada en un mar inmenso
sin una orilla donde recalar
los restos del naufragio.
Cuanto más perdida, más lejana.
Ha sido tortuoso el sendero incierto
pero arañando pasos, angustia y desconcierto,
siento vislumbrar cierta cercanía
del portal lejano de mi barca.
Su estampa diminuta
siento como, poco a poco, se agranda en mi retina
que, con anhelo, la atrapa.
Ya respiro la calma
y siento que me arropa un cálido sosiego.
Estoy llegando a casa.
Marisol, 2-12-11
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