Ni corriente, ni perfecta, ni especial.
Solamente diferente.
Diferente al caminar,
al sonreír, al llorar,
al sentir el palpitar,
diferente para hablar,
para poder decidir
albergar o desterrar,
para querer conservar
un resquicio del pasado
donde poderme acunar
y dejarme acariciar
por un ayer sin un hoy.
Y nada convencional,
nada de ser del montón,
malabares de ilusión,
querer jugar, y jugar
…y saltar
y huelga al qué dirán.
Diferente para todo,
para querer, para amar.
Marisol, 1-9-14