Es curioso ver cómo mi casa puede hacerse grande y pequeña
a través de los años. Cuando la estrenamos…era inmensa.
Conforme la fuimos llenando, encogía alegremente.
En el paciente estucado de las paredes del pasillo se guarecían las risas
provocadas por la algarabía de aquellos juegos que, poco a poco,
iban tomando terreno hasta que algún mando superior
ponía orden en aquel “cuartel”.
Poco a poco, como se despega un adhesivo, a cámara lenta,
va amainando el jolgorio y, cuando te quieres dar cuenta,
empiezas a notar esa sensación de amplitud.
Otra vez es inmensa.
Pero hoy noté
que el pasillo se estrechaba
y hasta casi pude oír
una antigua carcajada
que se asomó, sorprendida,
para unirse a las sonrisas
de ese par de chiquilluelos
que me llenan el pasillo
y también
los bolsillos de mis sueños.
Otra vez se hace pequeña,
alegremente pequeña
y conforme va encogiendo,
más de alegría se llena.
Marisol, 29-6-13
